Ante mi atónita mirada, descubrí que tres días que se van por el caño, son posibles.
No solo me levanté con las cervicales destruidas y un dolor de cabeza padrísimo, sino que además tuve que cargar al niño todo el día, lo cuál terminó de desajustarme hasta la última falangeta de mi dedo meñique, hizo más berrinche que Baco en reunión de AA, finalizando su velada con un llanto constante de 30 minutos de reloj, mientras a mí se me partía la cabeza en pedacitos.
A la noche, me abrí una cervecita, unas papitas y me senté a pelotudear en la compu (bueno, había que compensar!)
Al menos terminó el día abriéndose una cervecita, unas papitas y sentándose a pelotudear en la computadora. Tres cosas al hilo, también, aunque bastante más gratificantes.
ResponderEliminarJajaja, tenés razón, el universo me inclinó un poco la balanza
ResponderEliminar